Hasta hace poco, hablar de la presencia de microorganismos en el organismo, para muchos, era señal de enfermedad. Pero, poco a poco, vamos comprendiendo mejor la importancia de las bacterias que habitan en nuestro organismo y forman lo que llamamos microbiota.
El concepto de cuidar la microbiota se ha vuelto cada vez más popular, especialmente en el caso del intestino y la piel, como forma de velar por la salud de estos órganos. Sin embargo, aunque menos comentados, otros órganos también dependen del equilibrio de la microbiota para funcionar correctamente.
LA MICROBIOTA UTERINA
Está directamente relacionado con la fertilidad femenina y las posibilidades de embarazo. “Sabemos que las mujeres tienen un conjunto de bacterias saludables y potencialmente patógenas dentro de la cavidad uterina. Estudios recientes muestran que las mujeres que tienen un desequilibrio entre la población de bacterias sanas y potencialmente patógenas pueden tener una mayor dificultad para implantar el embrión en el endometrio, es decir, la mucosa que recubre el útero, reduciendo así las posibilidades de embarazo incluso en cirugía. procedimientos de fecundación in vitro”, destaca el Dr. Rodrigo Rosa, especialista en reproducción humana y director clínico de la Clínica Mater Prime, en São Paulo.
PROBLEMAS CON UNA MALA MICROBIOTA
Según la experta, además de dificultar la implantación del embrión, los desequilibrios en la microbiota uterina también se relacionan con complicaciones durante el transcurso del embarazo, con mayor riesgo de aborto espontáneo y ruptura prematura de membranas, lo que puede derivar en un parto prematuro. “En general, hemos identificado un desequilibrio en la microbiota del útero cuando hay una disminución en la cantidad de un grupo de bacterias conocidas como lactobacilos, que se encargan de evitar la proliferación de bacterias dañinas. Por tanto, cuando no hay una cantidad suficiente de lactobacilos, tenemos una disbiosis de la microbiota uterina con mayor proliferación de patógenos que perjudican la implantación del embrión. Esto explica muchos casos de fracasos en tratamientos de reproducción asistida en pacientes donde todo parecía favorable para el éxito del embarazo. En verdad,
Por ello, si llevas más de un año intentando concebir sin éxito, se recomienda visitar a un especialista en reproducción humana para comprobar el estado de la microbiota uterina. “Afortunadamente, hoy en día ya existen pruebas capaces de verificar el estado de la microbiota uterina, como el EMMA (Endometrial Microbiome Metagenomic Analysis) y ALICE (Chronic Endometritis Infection Analysis), ambos realizados a partir de la biopsia del tejido endometrial, que se hace de forma rápida, sencilla. y de forma segura en el consultorio”, destaca el médico. “Mientras que el examen EMMA puede analizar el perfil completo del entorno microbiano del endometrio para ver si es favorable para la implantación del embrión, el examen ALICE tiene como objetivo identificar los microorganismos comúnmente asociados con la endometritis crónica, una inflamación del endometrio causada por una infección en el útero por bacterias patógenas. Y lo mejor es que ambos exámenes se pueden realizar con la misma muestra que se utiliza para la prueba ERA, muy común en los procedimientos de reproducción asistida, ya que su objetivo es precisamente evaluar la receptividad endometrial”.
Una vez que se diagnostica la disbiosis endometrial, el médico podrá recomendar el tratamiento más adecuado para su caso antes de proceder con los procedimientos de reproducción humana. “El tratamiento del desequilibrio en la microbiota del útero variará según la cantidad de cada tipo de microorganismo en la región. Por ejemplo, en caso de una infección ya establecida, podemos utilizar antibióticos. Además, podemos reponer bacterias saludables en la región a través de suplementos probióticos y a través de óvulos vaginales, que son medicamentos similares a ovulos destinados a la administración vaginal. También es importante invertir en la adopción de una dieta balanceada para mejorar la microbiota intestinal, que puede interferir directamente con la microbiota del útero”, concluye el Dr. Rodrigo Rosa.