En tiempos como los que vivimos ahora, los cuadros de ansiedad dejan de ser un tabú para convertirse en un problema de salud pública. Después de todo, Brasil es considerado uno de los países más ansiosos del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la pandemia de coronavirus ha contribuido mucho al auge de las enfermedades mentales.
Por lo tanto, no es de extrañar que muchos pacientes dependan de los medicamentos contra la ansiedad como parte de su tratamiento de salud mental . Y si bien son necesarios, estos medicamentos pueden tener efectos secundarios que interfieren con su estilo de vida. Pero, ¿esto se extiende al gimnasio?
¿CUÁNDO TOMAR ANXIOLITICOS?
“La ansiedad puede ser una reacción normal e incluso deseable a los desafíos de la vida”, explica el psiquiatra Dr. André Luiz Crepaldi , del curso de Medicina Unicid. “Puede impulsarnos hacia nuestras metas y soluciones a nuestros problemas. Sin embargo, cuando la ansiedad es desproporcionada, intensa, trae un sufrimiento importante e interfiere en el trabajo, los estudios y las relaciones interpersonales, decimos que hay un trastorno de ansiedad y, en estos casos, está indicado el uso de medicamentos”.
En otras palabras, al igual que en los casos de depresión –a diferencia de la tristeza, que es temporal y puntual–, los medicamentos se utilizan como una herramienta para tratar una condición incapacitante.
“Hay dos tipos principales de medicamentos que se consideran ansiolíticos: las benzodiazepinas y los antidepresivos”, continúa. «Las benzodiazepinas son bastante efectivas y tienen un inicio de acción rápido, pero no tratan la ansiedad, solo alivian los síntomas».
Estos fármacos están indicados por períodos cortos, en dosis pequeñas y asociados a antidepresivos. Entre sus principales síntomas se encuentran:
- Somnolencia
- Riesgo de caída (en ancianos)
- disminución de la atención
- Memoria disminuida
“Estudios recientes indican que el uso crónico de estos medicamentos puede aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, la principal consecuencia del uso prolongado de estos medicamentos es la dependencia, al igual que ocurre con otras sustancias, como el alcohol”, prosigue. “Es un problema de salud pública en Brasil, y muchos psiquiatras, para minimizar esas consecuencias, han evitado recetarlos y, siempre que sea posible, buscan reducirlos o retirarlos gradualmente de los pacientes que hacen uso crónico”.
Por otro lado, los antidepresivos son actualmente el tratamiento farmacológico preferido para los trastornos de ansiedad porque son más seguros y no causan dependencia ni efectos secundarios graves a largo plazo.
“Cabe recordar que la denominación ‘antidepresivo’ es imprecisa, pues también son ansiolíticos y antiobsesivos, entre otras acciones”, explica el psiquiatra. “Son bastante efectivos, pero tardan unos 15 días en hacer efecto sobre los síntomas. Al comienzo del tratamiento, los efectos secundarios como náuseas, dolor de cabeza y mareos son comunes, pero generalmente son síntomas leves y transitorios”.
Los antidepresivos también pueden causar un aumento del apetito y disfunción sexual, pero, como todos los efectos adversos, tienden a mejorar con el transcurso del tratamiento, esto se debe a que el cuerpo generalmente se adapta a estos efectos y al uso de medicamentos.
ANSIOLÍTICOS E ESTILO DE VIDA
Debido a los efectos secundarios, aunque temporales, e incluso a la posibilidad de dependencia, es de esperar que los pacientes que usan estos medicamentos necesiten hacer algunos ajustes en su estilo de vida.
“Es deseable que el paciente evite manejar máquinas peligrosas o conducir, especialmente al inicio del tratamiento y en caso de molestias físicas, como mareos”, explica André. “Los pacientes bien adaptados a la medicación no tienen restricciones en este sentido”.
Otro punto de atención es el consumo de bebidas alcohólicas , que deben evitarse al inicio del tratamiento con antidepresivos. Por otro lado, este consumo durante el uso de benzodiazepinas está totalmente contraindicado, ya que puede generar consecuencias más graves, ya que el alcohol potencia el efecto de estos medicamentos.
“Los antidepresivos pueden aumentar el apetito por los hidratos de carbono, por lo que es importante que el paciente cuide la alimentación y realice ejercicio físico de forma regular para evitar el aumento de peso, que en algunos casos puede ser significativo”, dice.
Y ya que entramos en materia de “actividad física”… La buena noticia es que sigue siendo imprescindible para cualquier persona que sufra depresión y ansiedad. Según la profesional, la práctica tiene efectos positivos sobre los síntomas de ansiedad y sobre la calidad del sueño.
“Es poco probable que los medicamentos interfieran significativamente en la práctica de estas actividades”, explica.
Además, siempre es importante que el paciente que sufre ansiedad sea evaluado por un profesional sanitario, que podrá indicar el mejor tratamiento en cada caso.
“La medicación es uno de los componentes del tratamiento y debe utilizarse en conjunto con otras estrategias no farmacológicas, como la psicoterapia, la actividad física, la meditación, etc., para obtener mejores resultados. Su prescripción, ajuste y retirada siempre debe ser realizada por un médico”, concluye.