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Las mutaciones del nuevo coronavirus pueden ayudar a rastrear su propagación.

l análisis muestra que el virus está sufriendo modificaciones cada 15 días, en promedio

Al analizar casi 1,500 genomas del nuevo  coronavirus , los datos obtenidos del sitio web Nextstrain.org muestran, hasta ahora, cómo la enfermedad está mutando, cada 15 días, en promedio, mientras que la  pandemia de Covid-19  ocurre en todo el mundo .

Sin embargo, por más amenazante que parezca la palabra mutación, no significa que el  virus se  haya vuelto más dañino. En cambio, los cambios sutiles en el código genético de la enfermedad están ayudando a los investigadores a descubrir dónde ha ido, así como a disipar los mitos sobre sus orígenes.

«Estas mutaciones son completamente benignas y útiles, como una pieza del rompecabezas para descubrir cómo se está propagando el virus», dice Trevor Bedford, cofundador de Nextstrain y biólogo computacional en el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle.

La página se creó con el objetivo de recopilar datos recopilados en todo el mundo sobre virus y, a partir de ellos, describir la evolución de las epidemias a través de mapas globales y gráficos filogenéticos, conocidos como árboles genealógicos de enfermedades. La idea es saber exactamente el origen de una enfermedad.

Enfoque genético

El análisis de las similitudes y diferencias en las muestras de virus tomadas de diferentes partes del mundo hace posible que los científicos visualicen cómo se  propaga la enfermedad con el tiempo. El árbol genético generado permite visualizar cómo ocurrieron las transmisiones.

Este enfoque genético para rastrear el nuevo coronavirus ha  surgido como una esperanza en los titulares sobre la situación global de la enfermedad. En el pasado, un sistema similar ha sido fundamental para comprender pandemias como el zika y el ébola.

Con la velocidad y la eficiencia de las tecnologías destinadas a la secuenciación genética, es posible que el tiempo para documentar la ruta destructiva de un virus sea incluso menor que hace cinco años, por ejemplo.

«Si volvemos al virus del Ébola hace cinco años, el proceso desde la recolección de muestras hasta la secuenciación y el genoma de los genomas tomó un año», dice Bedford. «Ahora, el proceso es mucho más rápido, de dos días a una semana», agrega.

Mapa de mutaciones

El laboratorio de Bedford utiliza la genética para rastrear el nuevo coronavirus  desde que los primeros casos en los Estados Unidos comenzaron a multiplicarse en Washington, un fenómeno que ocurrió entre febrero y marzo.
En ese momento, los funcionarios de salud estaban centrando sus esfuerzos en rastrear las historias de viaje de las personas infectadas para comprender de dónde podría haber venido el virus y cuándo ocurrió el contagio.

Mientras tanto, Bedford y su equipo intentaban comprender el código genético del virus analizando muestras nasales recolectadas de dos docenas de pacientes. Su investigación encontró que la enfermedad había estado incubando en la comunidad durante semanas, más precisamente, desde que el primer caso se documentó en Seattle el 21 de enero.

En otras palabras, los científicos descubrieron que las personas podían transmitir el nuevo coronavirus sin saberlo, incluso si tenían síntomas leves y no buscaban atención. Esta revelación ayudó a los gobiernos a tomar decisiones sobre bloqueos y situaciones de aislamiento social en todo el mundo, en un intento por detener la propagación

Teorías conspirativas

Además, este trabajo genético fue importante, ya que ayudó a los investigadores a romper las teorías de la conspiración, como la que atribuía el nuevo coronavirus  a un arma biológica fabricada en secreto para ser utilizada contra la población.

Al estudiar las características genómicas del virus con todos los parientes cercanos, incluidos Sars, Mers y cepas aisladas de animales como murciélagos  y pangolines, fue posible definir que la estructura del nuevo coronavirus es diferente de todos los estudiados hasta ahora.

Además, contiene características que sugieren el encuentro entre la enfermedad y un sistema inmune vivo en lugar de crecer en una placa de Petri.

Incluso con la efectividad de este proceso, para que se adopte en el resto del mundo, aún queda mucho por hacer. Sin embargo, es muy interesante saber que hay personas dedicadas a crear un mapa de los lugares por donde ha  pasado el virus en función de sus mutaciones. Con estos datos, puede asegurarse de que no solo se determine el origen, sino que también sea posible una cura.

Vía: National Geographic